8 de abril de 2024

Sobre el odio y la solidaridad de clase aquí y ahora. Una breve reflexión crítica

El objetivo de este texto que, desde la perspectiva comunista, critica tanto al sindicalismo como al activismo "anarquista" caritativo no es polemizar por polemizar ni tener la razón, porque no estamos compitiendo con nadie. Rechazamos esa lógica y dinámica de la competencia entre organizaciones e individuos de izquierdas y ultraizquierdas, que lo único que hace es reproducir las relaciones capitalistas en y entre ellas. Por eso no participamos ni participaremos de tal competencia.

El objetivo de este texto simplemente es invitar a la reflexión, la discusión y la acción colectivas entre quienes les interese hacerlo, a modo de (auto)crítica superadora para golpear al Capital y al Estado donde realmente les duele: la producción de valor y de ganancia; las relaciones mercantiles y de explotación... más claro: la imposición social capitalista de tener que trabajar para pagar y pagar para vivir. 
 
¿Cómo? Tendiendo a practicar nuevas relaciones sociales entre los individuos, como clase explotada y dominada que lucha por dejar de serlo: relaciones de solidaridad, apoyo mutuo, cooperación libre, gratuidad, autoorganización y horizontalidad. Siendo un germen real y potente de comunismo y anarquía, al calor y sólo al calor del antagonismo de clases... para abolir la sociedad de clases.

¡Odio organizado contra el patrón, el Estado… y los sindicatos!

El odio de clase es legítimo y necesario para la lucha proletaria. Sí: frente a acciones tales como el aumento del IVA al 15%, el contrato por horas, y declaraciones como las del presidente burgués Daniel Noboa de “trabajar duro para comprarse varios platos de comida”, en medio de altos índices de precariedad laboral y del terrorismo del llamado “narcoEstado”; es decir, frente a la explotación y la opresión capitalistas, el odio de clase es legítimo y necesario para la lucha proletaria.[1] Pero no es suficiente. Hay que transformarlo en acción colectiva y autoorganización antagonista.

Así pues, a pesar del estado de excepción, esperamos que estas medidas gubernamentales de la clase patronal hagan que se acumule la rabia proletaria y que estallen nuevas luchas de la clase trabajadora en la región ecuatoriana. Luchas sin intermediarios ni representantes sindicales que sólo negocian migajas con la patronal. Porque los sindicatos no son parte de la solución, sino del problema: la reproducción de la explotación o de la relación trabajo/capital, con sus típicas marchas-procesiones respetuosas de la legalidad burguesa desde la Caja del Seguro Social al Centro Histórico y sus “mesas tripartitas” de negociación.

Luchas autónomas y “salvajes” dentro y fuera de los centros de trabajo, donde nuestra mejor arma sea la solidaridad de clase junto con la autoorganización y la acción directa. Y, al mismo tiempo, donde los límites de las luchas reivindicativas demuestren, una vez más, que para realmente mejorar nuestras condiciones materiales de existencia (p. ej. abolir la precariedad laboral y la inseguridad) hay que apropiarnos de la producción y transformarla radicalmente. 
 
¿Por qué? Porque hoy el capitalismo incluidos el Estado y los sindicatos ya no es capaz de mejorar las condiciones de existencia de los trabajadores, sino todo lo contrario: cada vez produce más desempleo, miseria y descomposición social. La crisis de la relación trabajo/capital es el núcleo de la crisis del capitalismo en la actualidad.  
 
De allí que hoy las luchas reivindicativas terminan demostrando tanto sus límites como que la única manera de superar tales límites es luchar por una nueva sociedad. Lo que quiere decir: abolir la propiedad privada, la explotación asalariada, las relaciones mercantiles y las clases sociales; no sólo la burguesía y su Estado, sino empezar por abolir el propio proletariado de todos los géneros, “razas”, nacionalidades, edades, etc. Apropiarnos de los medios de producción para la satisfacción directa de las necesidades colectivas, y ensayar una reproducción social comunista. Comunizar la vida en su totalidad. Saltar de la escasez y el odio de clase a la abundancia y el amor a la comunidad humana real.

Evidentemente, faltan muchas luchas para llegar a ese punto de ruptura; pero, en esta época, ya no hay otra dinámica ni otro horizonte revolucionarios de la lucha de clases. Todo lo demás es contrarrevolución capitalista, incluso si se disfraza de lo contrario.

¡La solidaridad de clase es nuestra mejor arma! ¡Y la solidaridad no es caridad activista!

Proletarios/as: practiquemos la solidaridad en la lucha por la sobrevivencia cotidiana y en la lucha de clases, no la caridad por más activista y "antisistema" o “anarquista” que ésta se crea y diga ser. Porque fuera de un contexto de antagonismo de clases, la solidaridad degenera en caridad. El contexto histórico y social es lo determinante. Y el contexto actual, aquí y en todo el mundo, es contrarrevolucionario. Donde no sólo la clase empresarial y su Estado lo administran “desde arriba”, sino que las diferentes organizaciones e individualidades de izquierdas y ultraizquierdas también lo reproducen y son su síntoma “desde abajo”.


Concretamente, nos estamos refiriendo al activismo “anarquista” caritativo donde, de manera eventual, se hace y se reparte comida gratis a personas en situación de calle. En realidad, hacer esto no construye "tejidos solidarios anticapitalistas" ni subvierte las relaciones de poder, sino que más bien reproduce la lógica de la caridad pública, privada, no gubernamental e incluso religiosa, sólo que con otro discurso y otra estética aparentemente “radicales” o "antisistema". Encima más, con ideologías y consignas que nada tienen que ver con la lucha de clases revolucionaria para abolir el capitalismo, el Estado y las fronteras nacionales, sino con la izquierda postmoderna de clase media.

Comprendemos que ese activismo es una búsqueda a tientas de lucha y de comunidad contra este sistema de alienación, explotación y muerte. De hecho, nosotros mismos hemos participado de ello en algunas ocasiones, metiendo el cuerpo o ensuciándonos las manos, como se dice. Por eso hablamos desde la autocrítica e invitamos a la reflexión autocrítica colectiva a quienes les interese hacerlo. En la lucha revolucionaria, no sólo hay que combatir al sistema que está “afuera” de nosotros, sino también al sistema que nosotros mismos reproducimos en nuestras prácticas y relaciones sociales, políticas y personales.

Así pues, al contrario del activismo caritativo, la solidaridad de clase es solidaridad antagonista, combativa, insurgente. Por ejemplo: las ollas comunes en el contexto de las revueltas masivas o los Paros Nacionales de octubre de 2019 y de julio de 2022.[2] Y, al contrario de la caridad que es vertical, la solidaridad es horizontal o entre iguales. Por lo tanto, la solidaridad de clase es inseparable de la autoorganización de masas en forma de Comunas, al calor del antagonismo de clases, o no es. Esto es algo que también lo hemos podido comprobar mediante la propia experiencia.

Evidentemente, tal contexto no existe en la región ecuatoriana por el momento. Pero, es posible que el terrorismo patronal y estatal en marcha produzca nuevas protestas en su contra y quién sabe si una nueva revuelta; es decir, un contexto de antagonismo de clases. Hasta entonces, tanto el sindicalismo como el activismo “anarquista” caritativo seguirán reproduciendo las relaciones capitalistas, a pesar de que crean o digan lo contrario.

¿Cuál es, entonces, nuestra “propuesta” o “solución” práctica como proletarios revolucionarios? Sólo la lucha de clases real, de la cual nosotros somos y seremos apenas unas partículas más, dará una respuesta concreta a tal pregunta. Por lo pronto, esta invitación que estamos haciendo a la reflexión, la discusión y la acción colectivas para poder romper y superar todo lo aquí (auto)criticado, ya es una forma entre otras de abrir una perspectiva revolucionaria hacia la comunización de la vida.
 
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[1] Ver nuestra reciente y breve publicación ¡Odio y lucha de clase contra el explotador Noboa! (marzo de 2024)
 

[2] Sobre las ollas comunes como parte del repertorio de comunidades de lucha autoorganizadas y del ensayo de una reproducción social comunista durante períodos de insurgencia prolongada, recomendamos leer y discutir el apartado “En torno a la olla común” del artículo Comunizando los cuidados de M.E. O’ Brien (octubre de 2019).  

 

 

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Agradecemos a los compañeros de League of Internationalist Communists (Liga de Comunistas Internacionalistas) por traducir este texto al inglés. Es un gesto de internacionalismo proletario